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Contra el derecho al trabajo

Durante la mañana del 25 de febrero mientras nos dedicábamos a la organización de las demarcaciones territoriales, un ruido estruendoso penetró en el Ayuntamiento de París. Abriéndose paso por la puerta del consejo, un hombre apareció ante nuestra mirada. ¿Quién le había enviado?; ¿qué es lo que quería? La tez de aquel hombre expresaba ferocidad, su rostro manifestaba temor, aquellos ojos azules se afianzaron sobre nosotros. El hombre, que empuñaba un fusil, se presentó en nombre del pueblo. Con un altivo gesto indicó la plaza de Grève y, acto seguido, apoyó con fuerza la culata del arma sobre el suelo. A continuación, el hombre rogó que se reconociese el derecho al trabajo.


Las líneas esbozadas provienen de Blanc (1850) y su obra Páginas históricas de la revolución de febrero de 1848. El párrafo narra lo acontecido un día después de que estallara la revolución en París (Benito, 2019). El relato escenifica el momento en el que el gobierno provisional emitió un dictamen donde se comprometía a garantizar la existencia del obrero por medio de su trabajo.


El político prosiguió:

“Me apresuré a aprovechar la ocasión y llevando hacia una ventana al obrero, que se llama Marche, escribí ante su vista el decreto siguiente [...]:

- El gobierno provisional de la República francesa se compromete a garantizar la existencia del obrero a través del trabajo.

- Se compromete a garantizar trabajo a todos los ciudadanos” (Blanc, 1850, pág: 44).


“La concepción del trabajo como un fin en sí mismo“ (Weber, 2019, pág: 98) fue “un regalo envenenado de la ideología económica imperante” (Naredo, 2009, pág: 147). La objetivación del trabajo como actividad meramente interpretada en sentido económico provocó que “el nuevo evangelio del trabajo[1]” (Naredo, 2013, pág: 17) vinculara el desarrollo de una actividad abstracta y homogénea “medible en unidades de tiempo” (Naredo, 2013, pág: 17) con el acceso a “los medios de vida” (Marx y Engels, 1970, pág: 34).


Así, la paulatina consolidación de la propiedad privada a través del cerco de tierras comunales exhortó a la clase obrera a proceder con el “frenesí propio de los desespera­dos” (Smith a través de Casassas, 2018, pág: 221) delante de la escasez de medios y recursos: “allí donde apenas surgía una posibilidad de trabajo, allí se precipitaban [los desposeídos]” (Lafargue, s.f., pág: 22) aceptando los términos y las condiciones que los propietarios de los medios de producción imponían según su voluntad e interés (Casassas, 2013).


Con el derecho al trabajo, la clase obrera buscaba garantizar la entrada a una remuneración que permitiría a los proletarios satisfacer sus necesidades, asegurar su sustento. Lafargue (s.f.) crítica el reclamo en su satírica obra titulada Derecho a la pereza. El yerno cubano de Marx se refiere a la súplica del siguiente modo:

¡Y decir que los hijos de los héroes de la época del Terror se han dejado degradar por la religión del trabajo hasta el punto de aceptar, en 1848, como una conquista revolucionaria, la ley que limitaba el trabajo en las fábricas a doce horas por día! Proclamaban como un principio revolucionario el derecho al trabajo. ¡Vergüenza para el proletariado francés! Solamente esclavos podían ser capaces de semejante bajeza” (Lafargue, s.f., pág: 7).


Para el revolucionario franco-español, los proletarios “tomaron en serio las teorías de los economistas y los moralistas sobre el trabajo” (Lafargue, s.f, pág: 19) entregándose en cuerpo y alma al “vicio del trabajo” (Lafargue, s.f., pág: 22). Por ello, los obreros admitieron “el trabajo por el trabajo” (pág: 5) reclamando “doce o catorce horas para poderse saciar” (pág: 22).


En la Constitución de 1848, la Asamblea Nacional no incluyó el derecho al trabajo (Benito, 2019) pero los sucesos narrados vislumbraron como la clase trabajadora “aceptó el «punto de vista del trabajo» y concibió la explotación económica como un orden de cosas po­sitivo y neutral” (Kurz, 2018, pág: 58). De esta manera, y siguiendo las palabras de Garnier[2] (1848) en Le droit au travail à l'Assemblée Nationale: “si el hombre tiene derecho a la vida, debe tener derecho a conservarla. Este medio, ¿cuál es? El trabajo” (Garnier, 1848, pág: 385), el movimiento obrero hizo propia “la herencia del absolutismo, el protestantismo y la ilustración burguesa” (Kurz, 2018, pág: 58) impulsado “la sociedad capitalista del trabajo” (Kurz, 2018, pág: 58).


La lucha de clases devino entonces en la disputa de intereses cruzados “en el campo social común del sistema productor de mercancías” (Kurz, 2018, pág: 36) donde la burguesía “no fue combatida en cuanto que portadora fun­cional de la sociedad del trabajo” (Kurz, 2018, pág: 58), sino que, al contrario, fue rehusada en cuanto que poseedora de los medios de producción. Aquí radica uno de los errores prespectivos del movimiento obrero y sindical. Y es que “el programa [político] de todos los partidos de trabajadores [sigue siendo] la liberación del trabajo y no liberarse del trabajo” (Kurz, 2018, pág: 36).


Orti Ortiz


Bibliografía

  • Benito, P. S. (2019). Origen y significado del derecho al trabajo: entre el derecho a la existencia y el derecho a los frutos del trabajo. OXÍMORA Revista Internacional de Ética y Política, (14), 10-21.

  • Blanc, L. (1850). Páginas históricas de la revolución de febrero de 1848. Madrid: Imprenta de La Época.

  • Casassas, D. (2013). “Adam Smith’s Republican Moment: Lessons for Today’s Emancipatory Thought. Economic Thought”. History, Philosophy, and Methodology, 2(2), 1-19.

  • Casassas, D. (2018). Libertad incondicional: la renta básica en la revolución democrática. Barcelona: Paidós.

  • Garnier, J.C. (1848). Le droit au travail à l’Asemblèe Nationale. Recueil complet de tous les discours prononcés dans cette mémorable discussion. París: Guillaumin.

  • Kurz, R. (2016). Manifiesto contra el trabajo. Segunda edición. Barcelona: Grupo Krisis.

  • Lafargue, P. (s.f). El derecho a la pereza. Eldamoneo.com. Disponible en: http://www.eldamoneo.com/lafargue_refutacion_del_trabajo.pdf

  • Marx, K., & Engels, F. (1970). La ideología alemana. Barcelona: Grijalbo.

  • Naredo, J. M. (2009). Perspectivas sobre el trabajo en la crisis del capitalismo. Diálogo entre José Manuel Naredo y Jorge Riechmann. Entrevistado por Olga Abasolo Pozas. Papeles de relaciones ecosociales y cambio global. Nº 108, pp. 147-161. Recuperado de: https://www.fuhem.es/papeles_articulo/perspectivas-sobre-eltrabajo-en-la-crisis-del-capitalismo-dialogo-entre-jose-manuel-naredo-y-jorgeriechmann/

  • Naredo, J. M. (2013). Configuración y Crisis del mito del trabajo. Antes de que se inventara el trabajo. Colección Minianarquismos. Neurosis o Las Barricadas Ediciones.

  • Weber, M. (2019). La ética protestante y el espíritu del capitalismo. Segunda edición, cuarta reimpresión. Madrid: Alianza editorial.

_________________ [1] El entendimiento actual en torno al fenómeno del trabajo, comprendido como categoría homogénea que mide en unidades de tiempo y de dinero un cúmulo de actividades a las que se le asignan un significado productivo, “se afianzó allá por el siglo XVIII, junto con el arsenal de conceptos que dieron vida a la noción usual de sistema económico” (Naredo en Dossier de Galde, s.f., pág: 4). [2] Joseph-Clément Garnier (3 October 1813 – 25 September 1881) was a French economist and politician. He was a prolific author and a member of many learned societies. In the last years of his life he was a Senator for Alpes-Maritimes.

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